Sorprendentes palabras de Sor Lucía de Fátima acerca del Rosario



Jacita, Lucía y Francisco, en la época de las
apariciones de Fátima


El 26 de Diciembre de 1957, el Padre Agustín Fuentes, Postulador de la Causa de Beatificación de Francisco y Jacinta Marto, entrevistó a Sor Lucía Dos Santos, vidente de las apariciones de Fátima (fallecida el 2005).


Esta entrevista tuvo lugar en el Convento de las Religiosas Carmelitas Descalzas de Santa Teresa, en Coimbra, Portugal. En ella estuvieron presentes el Obispo Auxiliar de Leiría, los dos Obispos de Coimbra, el Nuncio Apostólico en Portugal (Monseñor Cento), y Monseñor Antonio Samoré, Secretario de Asuntos Extraordinarios en la Secretaría de Estado de Su Santidad. En el curso de esa entrevista, le dijo Sor Lucía al Padre Fuentes:

 
"La Santísima Virgen nos dijo, tanto a mis primos como a mí, que dos eran los últimos remedios que Dios daba al mundo: el Santo Rosario y el Inmaculado Corazón de María”.


“Mire, Padre, la Santísima Virgen, en estos últimos tiempos en que estamos viviendo, ha dado una nueva eficacia: el rezo del Santo Rosario, de tal manera que ahora no hay problema por más difícil que sea: sea temporal y, sobre todo, espiritual; sea que se refiera a la vida personal de cada uno de nosotros o a la vida de nuestras familias del mundo o comunidades religiosas, o a la vida de los pueblos y naciones; no hay problema, repito, por más difícil que sea, que no podamos resolver ahora con el rezo del Santo Rosario”.


“Con el Santo Rosario nos salvaremos, nos santificaremos, consolaremos a Nuestro Señor y obtendremos la salvación de muchas almas. Por eso, el demonio hará todo lo posible para distraernos de esta devoción; nos pondrá multitud de pretextos: cansancio, ocupaciones, etc., para que no recemos el Santo Rosario”.


“Si nos dieran un programa más difícil de salvación, muchas almas que se condenarán tendrían el pretexto de que no pudieron realizar dicho programa. Pero ahora el programa es brevísimo y fácil: rezar el Santo Rosario. Con el Rosario practicaremos los Santos Mandamientos, aprovecharemos la frecuencia de los Sacramentos, procuraremos cumplir perfectamente nuestros deberes de estado y hacer lo que Dios quiere de cada uno de nosotros”.

El Rosario es el arma de combate de las batallas espirituales de los Últimos Tiempos”.